
Hoy en día la misma palabra tiene un significado casi opuesto. Los apasionados contemporáneos son muy activos, trabajadores, agresivos, y digo «casi opuesto», porque las endorfinas que generan estos apasionados «siglo XXI» los lleva a no sentir el cansancio o algunos dolores propios del esfuerzo. Su deseo es fuerte, vehemente, los carga de energía vital.
O sea que cuando pensamos en términos de pasión, en nuestra cabeza puede formarse una idea de «gran despliegue de energía» + «un sufrimiento tolerable».
¿Qué pasa por nuestra mente cuando sentimos com-pasión? Cuando sentimos com-pasión por alguien, pensamos: «¡Pobre! ¡Esta persona tiene un sufrimiento que yo no tengo!»
Se las hago corta: Cuando ayudamos a alguien que nos inspira com-pasión (por ejemplo, dándole una limosna), lo que estamos haciendo en realidad es imaginar que le pagamos a alguien para que nos haga el trabajo de sufrir en lugar nuestro.
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