martes, 18 de mayo de 2010

No sé si escribir este artículo

Algunas dudas surgen como funcionamiento normal del pensamiento. ¿quién soy?, ¿cuál es mi lugar en el mundo?, ¿qué es la felicidad?, ¿existe un ser superior? … y muchas más.

Desde mi punto de vista estas dudas son inevitables y no son ni creativas ni constructivas. Las respuestas nunca pasan de ser hipótesis, conjeturas, creencias.

Existen otras dudas que surgen cuando tenemos que tomar una decisión entre más de una opción.

¿Compro un auto o hago un viaje?, ¿le digo a Fulana que me gusta y que la deseo o mejor espero a que ella me insinúe si soy de su agrado o no?, ¿renuevo la póliza de seguro con la misma compañía o contrato uno nuevo con otra empresa?

Hasta donde he podido observar,

— muchas personas dudan porque les gusta dudar. Disfrutan con ese ejercicio mental (aparentemente inútil) con un criterio similar al que tienen los que corren, transpiran y se cansan aún cuando no están apurados (por el simple gusto de hacer ese ejercicio);

—las dudas típicas (voy-no voy, hago no hago, acepto no acepto) son la simbolización del movimiento de vaivén propio del coito y por lo tanto, dudar equivale a tener sexo;

— la duda es utilizada como estímulo para la sociabilidad porque el dubitativo tiene motivos para consultar a otros sobre qué hacer, qué decidir y los consultados seguramente meditarán, responderán, aconsejarán.

— (y como aún no utilicé las 300 palabras que siempre uso, agrego otra utilidad de la duda): el hecho de recibir varias opiniones sirve también para que cuando se evalúen los resultados de la decisión final, puedan imaginarse descargos, justificaciones y responsabilidades ajenas, como para aliviar el dolor de un eventual fracaso.

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