viernes, 21 de mayo de 2010

El orgasmo salarial

Cuando publique este artículo, será el Nº 779. El primero se tituló Anorexia monetaria y lo publiqué el día 22 de diciembre de 2006.

Algún día quizá encontremos (usted, otros, yo) alguna idea que termine con este flagelo milenario que es la pobreza patológica.

Ya he pensado, sobre todo mientras me desembarazo de la pereza que me da levantarme en las mañanas, cómo tendrá que ser esa solución.

En el artículo titulado Menos orgasmos y menos salario les comento que la naturaleza nos gratifica por cumplir la tarea de reproducirnos.

El placer sexual funciona como una remuneración. El interés que despierta en los humanos el deseo sexual es suficiente estímulo como para que en este momento seamos más de 6.700 millones de habitantes en el planeta ... y sigamos creciendo.

El sentido común está convencido de que los métodos violentos son la gran solución a los grandes problemas y de hecho lo son en muchos casos.

Desde mi punto de vista, la medicina convencional es una usina de soluciones violentas ovacionada por el sentido común.

Esta ciencia produce curas reales y aparentes. Son reales cuando el mal desaparece pero son aparentes cuando el síntoma se transforma en otro diferente o la curación es seguida de efectos secundarios imprevistos.

Esta ciencia hace reparaciones como un mecánico amateur, pensando que tenemos órganos que se pueden extirpar sin más, o que se pueden agregar productos químicos a nuestro cuerpo como si fuera una probeta de vidrio.

Pues bien, pienso que las soluciones a la pobreza patológica no podrán ser violentas sino placenteras... como un orgasmo.

Comprendo si me dice que le parece difícil. Yo también pienso igual que usted, pero agrego que vale la pena intentarlo.

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