martes, 18 de mayo de 2010

El hombre no existe

Jacques Lacan fue un psiquíatra francés, muy inteligente y creativo, pero también experto en molestar.

Disfrutaba provocando a su auditorio, diciéndole frases confusas pero dando a entender que él conocía la interpretación correcta.

Dijo por ejemplo: «la mujer no existe».

Según parece lo que pretendió decir fue que sólo existen mujeres de carne y hueso (María, Rebeca, Susana) pero «la mujer» (en sentido abstracto), no existe porque sólo es una idea.

Varias veces (1) he comentado con ustedes que la naturaleza se vale de «premios y castigos» para estimular el fenómeno vida.

No estoy enojado con el doctor Lacan, porque —si bien me escondió las respuestas y me obliga a pensar (cosa que evito siempre que puedo)—, me incita a encontrar ideas divertidas.

Las mujeres viven disgustadas porque no encuentran al Príncipe Azul. Ese mítico personaje masculino que tendría que llegar en un caballo blanco a raptarlas, no aparece.

Como hace un tiempo señaló una comentarista de estos blogs, si «la mujer no existe» (por el motivo que ya expuse), también es válido decir «el hombre no existe».

Y acá tenemos una explicación interesante: El Príncipe Azul que esperan las mujeres es nada menos que «el hombre» y no aparece porque «el hombre no existe». Los únicos que existen son hombres de carne y hueso (Juan, Pedro, Roberto).

¿Son tontas las mujeres que esperan infructuosamente al Príncipe Azul?

Respuesta 1 (la más urgente): No son tontas. Por el contrario, se estimulan como la naturaleza manda: creándose situaciones inevitablemente frustrantes porque intuyen que ese tipo de dolor es estimulante de la vida.

Respuesta 2 (la más ingrata): Las mujeres buscan al Príncipe azul porque en realidad buscan «un hombre» cualquiera, siempre que su dotación genética le fecunde hijos sanos y hermosos. (2)


(1) La naturaleza es hermosa pero antipática
(Maldita)Felicidad publicitaria
Somos marionetas de la naturaleza
Loción infalible contra las molestias
La disconformidad universal

(2) Amor por conveniencia

Cuando los títeres se enamoran

Es así (o no)

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