miércoles, 12 de mayo de 2010

¿Quién te entiende?

Los beneficios de la sabiduría son relativos. ¡Muy relativos! Hay cosas que es mejor no saberlas y no me estoy refiriendo a malas noticias o a hechos desagradables.

Puedo asegurarles que el psicoanálisis es maravilloso para muchas más personas de las que hoy lo disfrutan y aprovechan, pero uno de sus postulados más inteligentes es que existe una zona de nuestra psiquis casi inaccesible, llamada inconciente, sin la cual no podríamos hacer prácticamente nada. Me lo imagino como si a una máquina la faltara una pieza que está metida por allá adentro pero sin la cual nada funciona.

Este depósitos de ideas, recuerdos, imágenes, palabras sueltas, y vaya uno a saber cuántas cosas más, tiene que permanecer fuera del alcance de la conciencia porque si se abriera, nos volveríamos literalmente locos.

A veces se escapa alguno de sus contenidos, como cuando tenemos un lapsus o cuando soñamos. Estas pequeñas pérdidas no son muy perturbadoras.

Este mínimo comentario es necesario para compartir con ustedes otra idea que me parece más interesante por sus consecuencias prácticas.

Todos decimos que al género opuesto no lo entiende nadie. Los hombres protestan contra las mujeres y viceversa.

¿Por qué la protesta? Porque suponemos prejuiciosamente que todo andaría mejor si nos entendiéramos más: a nosotros mismos y a los demás. Hasta ahora no escuché a nadie que dijera lo contrario. Por eso lo digo yo. Deberíamos admitir la hipótesis de que es mejor no entenderse totalmente porque, como dije más arriba, el inconciente es una piecita imprescindible pero que sólo funciona en el anonimato, sin exhibir sus contenidos.

¿Es molesto el desconocimiento? ¡Claro que sí! Pero también es un prejuicio suponer que todos los malestares son perjudiciales. No está mal pensar que el dolor (y la frustración es un tipo de dolor) es un fenómeno que nos orienta hacia la conducta más adecuada.

En suma: No entender al género opuesto es una situación que tiene miles de años y no se ha resuelto aún porque no es un problema, es una condición necesaria para que sigamos juntándonos, cuidándonos, reproduciéndonos.

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