Los padres y maestros tenemos que enseñar a los pequeños, para que sepan desempeñarse en medio de las agresiones y oportunidades que nos brinda la naturaleza, y en medio de las agresiones y oportunidades que nos brinda el sistema capitalista.
Como he mencionado varias veces, la naturaleza recurre a los premios y castigos (placer y dolor) para conservar el fenómeno vida el mayor tiempo posible. (1)
Los padres y maestros copiamos el mismo procedimiento para enseñarles a nuestros pequeños cómo incorporarse a la existencia.
Ahí nos surgen dos alternativas respecto a cómo resolver las dificultades en los intentos que los niños hacen por aprender:
1) Premiamos los esfuerzos y castigamos la falta de ellos; o
2) Premiamos los resultados y castigamos la falta de ellos.
Parecería ser que hasta cierta edad (hasta los 10 ó 12 años), los niños deben ser premiados por el esfuerzo que demuestran hacer aunque los resultados sean escasos o nulos (por ejemplo, ordenar su dormitorio).
A partir de la adolescencia, premiar sólo el esfuerzo sin tener en cuenta los resultados, podría ser adecuado sólo para los jóvenes que demuestren una deficiencia intelectual o motriz.
El pensamiento orientador de padres y maestros, debería incluir criterios laborales. Para determinarlos es bueno ubicarse en posición de comprador, cliente o usuario.
Me explico mejor con un ejemplo sencillo: Si nuestro hijo fuera un desconocido que se nos ofrece como limpiador, ¿le pagaríamos por el esfuerzo que hace para cumplir su tarea o le pagaríamos por dejar todo limpio?
Reconozco que es más fácil decirlo que hacerlo. Adecuar nuestra conducta a la edad de nuestros hijos, no es fácil, pero es imprescindible.
(1) La naturaleza es hermosa pero antipática
(Maldita)Felicidad publicitaria
Somos marionetas de la naturaleza
Loción infalible contra las molestias
La disconformidad universal
El budismo zen
Administración del desequilibrio
«¡Me alegra estar triste!»
Receta racional
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