sábado, 3 de marzo de 2012

La discapacidad por omnipotencia

Los jóvenes sufren cuando no pueden sacarse de la cabeza las fantasías de omnipotencia propias de la niñez.

En las películas de Rambo, el Coronel Samuel Trautmann es el instructor del invencible guerrero y prácticamente al único que obedece.

Rambo debe su éxito a que muchos varones soñamos ser como él: fuertes, inteligentes, insensibles al dolor, afortunados, con gran fuerza y resistencia físicas.

Otra de las fortalezas envidiables del personaje es que siempre anda solo, no tiene jefes, se manda a sí mismo, algo que tanto anhelamos cuando tenemos que soportar las órdenes de nuestro padre, los interrogatorios de nuestra madre, las exigencias de los docentes, las obligaciones para con quien nos paga un sueldo.

Una escena sublime, que recuerdo bien entre otros motivos porque la vi muchas veces, es la siguiente:

En determinado momento Rambo queda acorralado en un monte de espesa vegetación. Los enemigos tienen rodeado el pequeño cerro de tal forma que los espectadores sabemos que esta vez nuestro héroe no podrá salvarse.

Cuando ya estaba todo pronto para que los enemigos de Rambo comenzaran a cerrar el círculo para apresarlo, llega el Coronel Trautmann, el instructor que lo convirtió en un guerrero invencible. El único a quien Rambo oye y casi siembre obedece.

Quien dirigía el operativo de captura se dirigió al Coronel y antes de que este hablara le dijo que no escucharía ninguna súplica para salvar a su alumno.

El coronel, con la serenidad de los grandes, le dijo:

— No vengo a pedir por él, vengo a pedirle a él que los perdone a ustedes.

Como no le creyeron, no pasó mucho tiempo y Rambo comenzó a vencerlos uno por uno, siempre con técnicas diferentes.

Tuve suerte porque imaginarme tan omnipotente («Querer es poder») como Rambo apenas me discapacitó durante menos de diez años.

Nota: El film se titula First blood y se estrenó en 1982.

(Este es el Artículo Nº 181)

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Los cubanos también consumen malestar

La verdadera situación en Cuba es imposible de entender si no aceptamos que los humanos consumimos «malestar» en ciertas dosis.

No se sabe a ciencia cierta cuál es el origen del nombre del la República de Cuba ni tampoco se tienen datos sobre qué utilidad podría tener saberlo.

Lo que en definitiva parece bastante creíble es que si alguien quiere informarse sobre este país, no podrá saber casi nada.

Usted quizá piense que la dificultad está causada porque el régimen de los hermanos Castro (Fidel y Raúl), líderes del Partido Comunista gobernante, no permite la libertad de prensa. Falso.

No se puede saber casi nada de Cuba porque el sistema de vida impuesto por el gobierno desde hace más de 50 años (estoy redactando este artículo en 2012) es muy controversial, discutible, apasionante.

Claro que aquellos que huyen de la pasión rápidamente la apagarán con abundante agua fría diciendo que «la isla se ha convertido en un Paraíso» o «se ha convertido en un Infierno».

Otra forma de extinguir la polémica es afirmar que los hermanos Castro son dictadores de la peor calaña o futuros santos si el Vaticano no se deja presionar por el capitalismo judío.

En pocas palabras quiero decir que si bien la libertad de prensa no existe bajo este longevo gobierno, el desconocimiento de lo que realmente ocurre no es accesible ni para los nativos adultos.

Un motivo que puede estar haciendo obstáculo para conocer un poco mejor a este pueblo y sus peripecias está brevemente expuesto en otro artículo (1).

En ese artículo comento que los humanos precisamos el dolor, la carencia, el malestar, en ciertas dosis.

Con esta hipótesis nos acercarnos a comprender que vivir en la pobreza colectiva (no individual y solitaria), quizá sea gratificante, estimulante, deseable.

(1) Necesitamos dolor y alimentos

(Este es el Artículo Nº 180)

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Necesitamos dolor y alimentos

Necesitamos el dolor y los alimentos en pequeñas dosis pero los rechazamos en grandes dosis.

1) Por cómo evitamos la muerte, es 100% seguro que deseamos estar vivos;

2) Por cómo necesitamos los alimentos, es 100% seguro que tenemos hacia ellos una alta valoración, al punto de trabajar para producirlos y conservarlos;

3) No solamente evitamos la muerte propia sino que el 99% de las veces tratamos de evitar la muerte ajena;

4) No solamente evitamos la muerte ajena sino que en algunos casos, cuando esta ocurre, sentimos tristeza durante mucho tiempo;

5) Por como evitamos el dolor, es 100% seguro que no queremos sufrir.

En términos generales estas afirmaciones cuentan con un amplio consenso.

Ahora corresponde pensar en las excepciones pues también forman parte de nuestro diario acontecer, de nuestros intereses y hasta determinan algunas acciones.

1) Para quienes no creemos en el libre albedrío (1), es claro entender que el suicidio es una forma de morir de algunas enfermedades terminales, por más voluntario e intencional que nos parezca el acto en sí;

2) Es cierto que necesitamos y cuidamos los alimentos, pero a la hora de consumirlos, sólo nos interesa ingerirlos hasta un cierto punto, sólo hasta la saciedad. Si nos obligaran a seguir comiendo, los rechazaríamos;

3) Intentamos evitar la muerte ajena pero a veces aprobamos la pena de muerte, la guerra y hasta los exterminios étnicos;

4) Nos causa mucho dolor la muerte de los seres queridos, pero otras muertes nos resultan 99% indiferentes;

5) Si bien evitamos el dolor, podemos compararlo con los alimentos mencionados en los puntos 2), pues es posible sostener que aceptamos y buscamos pequeñas dosis de dolor (descuidamos la salud, somos negligentes, gastamos dinero en exceso).

Hipótesis: necesitamos el dolor en ciertas cantidades, como los alimentos.

(1) El tema Libre albedrío y determinismo está ampliamente comentado en otro blog del mismo nombre.

(Este es el Artículo Nº 179)
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La pobreza como proveedora infalible

Que sea difícil de creer es parte de una estrategia natural para que busquemos dosis de dolor necesarias para perpetuar el «fenómeno vida».

No estar enterado de algo puede tener varias causas. Por ejemplo:

— la consecuencia de una falta de oportunidad para acceder a la fuente del conocimiento; o

— la consecuencia de una falta de interés por el asunto que ignoramos; o

— la consecuencia de una estrategia. En este caso, la ignorancia es una acción positiva, enérgica, deliberada.

El verbo «deshacer» significa la acción de romper, desarmar, destruir. El mismo verbo «desarmar» significa la acción contraria a armar. Por eso el verbo «desconocer» no significa solamente «ignorar» como suele interpretarse sino más bien «la acción deliberada de quitar de nuestra mente un saber, un recuerdo, una información».

En psicoanálisis hacemos especial hincapié en el «desconocimiento» pues parte de nuestros problemas está en que no nos escuchamos. El psicoanalista tiene como una de sus tareas señalarle al paciente qué está diciendo sin darse cuenta.

Cuando esto ocurre el paciente suele sorprenderse: «¿Yo dije eso?»

La sorpresa en el caso del desconocimiento está en que el paciente cree que jamás se opondría conscientemente a saber mucho, a estar bien informado, a conocerse profundamente.

En otro artículo (1) les comento que los humanos buscamos el dolor tanto como los alimentos y agrego ahora, como el abrigo, el amor, el placer, el descanso, la seguridad.

Algunas posibles explicaciones de este paradójico fenómeno son, por ejemplo:

— nuestro cerebro reclama múltiples excitaciones para funcionar bien;

— el dolor realza el placer por contraste;

— la naturaleza se vale del dolor para estimular el «fenómeno vida»;

— el dolor nos aporta sensaciones de estar vivos, muy sutiles, pero apreciables.

Hipótesis: Para obtener esa dosis saludable de dolor, algunos recurren a la pobreza como proveedora infalible.

(1) Necesitamos dolor y alimentos


(Este es el Artículo Nº 178)

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La resignación tonificante

La mejora continua de nuestra calidad de vida depende de la resignación. (1)

Aunque es posible vivir permanentemente tomando medicamentos que compensen una u otra disfunción orgánica, también es posible vivir en forma natural, sin complementarnos artificialmente, sólo comiendo y bebiendo los alimentos y líquidos más adecuados para nuestra especie.

En el plano estrictamente psicológico, es posible aceptar la vida como se nos presenta y es posible envolverla imaginariamente en infinitas suposiciones, creencias, prejuicios, fantasías.

Ningún juez tendría competencia como para decir que uno u otro hacen las cosas mal. Vivir medicamentado y en la fantasía es tan legal como abstenerse de sustancias químicas y sólo compartir las opiniones mejor fundamentadas.

Por ejemplo, la existencia de una muerte definitiva parece mejor fundamentada que las teorías de la reencarnación, de la vida eterna, del paraíso.

Los estilos psicológicos son coherentes. Es casi seguro que alguien que vive tomando calmantes, vitaminas y otros complementos alimenticios, también crea en la vida después de la muerte y que es posible acceder a alguna certeza definitiva y concluyente.

También es casi seguro que las personas que soportan con estoicismo las molestias de vivir, crean en la muerte definitiva y acepten que la incertidumbre es inevitable.

La resignación es un estado de ánimo y una filosofía aprobado por algunos y criticado por otros.

Aceptar que a veces tenemos dolores, cansancio, aburrimiento es una forma de resignación.

El miedo, el hambre y el amor son estados de ánimo que nos movilizan: huimos, buscamos comida, intentamos la compañía del ser amado.

Estos sentimientos movilizantes, cuando están asociados a la resignación (con tolerancia a la postergación y hasta la frustración) generan acciones moderadas, quizá lentas pero sin pausa, razonablemente persistentes.

La resignación implica tolerar el estado actual (pobreza o riqueza) sin dejar de buscar una mejoría porque «todo es mejorable».

(1) Utilizo la tercera acepción del vocablo «resignación» según el Diccionario de la Real Academia: «Conformidad, tolerancia y paciencia en las adversidades.» 

(Este es el Artículo Nº 177)

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