Fito Páez comienza diciendo en su canción Eso que llevas ahí:
Lo importante no es llegar
Lo importante es el camino.
Yo no busco la verdad
Sólo sé que hay un destino.
A veces pasamos por momentos difíciles que siempre terminan en algún tipo de solución.
Como lo que realmente vivimos es el presente, la mayor parte del tiempo vivimos en «un camino hacia» un destino.
Porque somos animales gregarios (sociales) no podemos estar mucho tiempo sin la compañía y el apoyo de por lo menos otra persona.
Esta necesidad aumenta cuando pasamos por momentos difíciles. Si bien es necesario trabajar para solucionar los problemas que nos aquejan, mientras esto no sucede buscamos el acompañamiento de quienes padecen similares inconvenientes.
Cuando estamos en problemas necesitamos evitar el aislamiento, la soledad, el desasosiego y la segregación.
Lo vemos en pacientes con cáncer, VIH, esclerosis múltiple, afasia, diabetes, sobrepeso, drogadicción, alcoholismo, esterilidad.
Cuando algo así le sucede a un ser querido puede angustiarnos que busque otras compañías en desmedro de todo lo que estamos dispuestos a hacer por dar nuestra comprensión y ayuda.
El malestar de quien se siente desplazado es razonable porque el amor propio siempre es (y debe ser) superior al amor al prójimo.
Nuestro ser querido en dificultades se beneficiaría si pudiéramos moderar los celos que nos produce su búsqueda de apoyo en personas que quizá lo comprendan mejor.
Los inevitables e hirientes celos pueden lastimar menos si logramos entender que así funciona normalmente nuestra psiquis. Por eso, lo más que podemos hacer es disminuir nuestro dolor y aceptar que algo de molestia es inevitable.
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