jueves, 13 de mayo de 2010

Somos marionetas de la naturaleza

Siempre huímos de los dolores físicos o psíquicos. Para los primeros recurrimos a los medicamentos o tratamientos analgésicos y para los segundos, a la filosofía.

Incluyo dentro de la filosofía al conjunto de ideas y creencias a los que adherimos para que los «dolores del alma» no aparezcan o duren lo menos posible.

La esperanza es un sentimiento que nos ayuda anticipando un futuro mejor, imaginándonos en una situación menos penosa.

Otra forma de alivio consiste en desarrollar una actitud imperturbable ante las circunstancias adversas.

Los estoicos (300 a.C.) fueron los primeros en describir esta filosofía de vida.

Ellos entendían que estamos expuestos a causas ingobernables para las cuales es preciso resignarnos.

Por ejemplo, si tenemos una pérdida muy importante (nuestra calidad de vida desciende drásticamente, muere un ser querido, algo de nuestro cuerpo deja de funcionar), la única actitud razonable es comenzar a vivir según esas nuevas condiciones, sin empeorar las circunstancias con lamentaciones, recriminaciones, sentimientos de culpa, resentimientos.

Sin embargo, en el artículo titulado (Maldita) Felicidad publicitaria comento que «El hambre, el cansancio, el dolor, son estímulos [impuestos por la naturaleza] para que realicemos ciertas acciones necesarias para que el «fenómeno vida» siga ocurriendo.»

En suma: Si bien puede ser eficaz la filosofía estoica de aceptar las cosas como son, seguramente algunas molestias tendremos que padecer porque el «fenómeno vida» podría depender de que los dolores nos molesten lo suficiente para que hagamos cosas, nos movamos, busquemos soluciones, reaccionemos.

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