El fracaso escolar, masivo,
alarmante, ocurre porque nadie sabe explicar a los estudiantes por qué tienen
que aprender conocimientos claramente inútiles.
Para poder
tomar vino, tenemos que sacarlo de su botella; para poder comer bananas tenemos
que quitarles la cáscara y para poder aprovechar la energía de las nuevas
generaciones, tenemos que sacarles todo el narcisismo posible.
El
narcisismo es una especie de ceguera funcional. Aunque disponemos de los cinco
sentidos desde muy pequeños, no empiezan a comunicarnos con el mundo exterior
hasta muy tarde.
Seguramente
existen personas que fallecen con cien años, que no lograron su máximo
desarrollo cognitivo, es decir, todas las potencialidades de entender el cuerpo
propio, el cuerpo de los demás y al resto de la naturaleza de la que formamos
parte.
La
filosofía predominante en nuestras culturas occidentales, apela a la violencia
en gran medida. Hasta los más subdesarrollados saben aplicarla.
Cuando no
logramos que el niño vea lo que está mirando, que oiga lo que está escuchando,
tratamos de aumentar los estímulos correspondientes agregándoles algo de dolor
(como si fuera un condimento): le pegamos, le gritamos, le privamos de lo que
más desea.
Uno podría
preguntarse: ¿Por qué a los niños y jóvenes les cuesta tanto interesarse por el
entorno? ¿Por qué son tan malos estudiantes durante la escuela y el liceo?
Hasta donde
puedo entender, hacen eso porque son realmente inteligentes, sanos, normales.
Si no actuaran así, habría que dudar de ellos.
Un ser
humano sano, inteligente y normal,
— le presta
más atención a lo que más le gusta;
— responde
a los estímulos específicos que necesita;
— es
razonable y pregunta, pide explicaciones, negocia;
— se
resiste al autoritarismo.
Nuestra
cultura no puede explicar:
— por qué
la prohibición del incesto (1);
— para qué
hay que tener conocimientos de utilidad desconocida.
(Este es el
Artículo Nº 1.664)
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