La ignorancia se expande como una
epidemia entre quienes acostumbran «generalizar», pues suponen que los pocos
conocimientos que poseen, son todos los conocimientos que pueden tener.
En un artículo anterior (1) les decía que me
preocupa observar cómo a veces utilizamos la idea según la cual «cada parte representa al todo al
cual pertenece», lo que en definitiva equivale a decir que cualquier molécula
del universo, es como ese universo.
Dicho de
otro modo, si pudiéramos analizar con suficiente profundidad cualquier molécula
(de hierro, de zapallo, de un meteorito), estaríamos entendiendo todo el
universo.
Por esta
creencia es posible suponer que si aprendemos lo que haga falta, podremos saber
absolutamente todo del estado actual del cuerpo entero de un ser humano, tan
solo observando el iris (iridología o iriología) (3).
En el
mencionado artículo comentaba sobre:
— la
creencia en que cualquier parte de un todo da cuenta (informa, contiene, es
idéntica) de ese todo al que pertenece la parte (pars pro toto); y también hacía mención a
— la
metonimia, que es el formato lingüístico del pars pro toto.
Tenemos
un tercer fenómeno, pariente de los
dos mencionados. Me refiero a la acción de «generalizar» (2). Tomaré en cuenta la
definición que dice: «Considerar y tratar de
manera general cualquier punto o cuestión.»
Como
vemos, esta acción consiste en ampliar lo particular, el dato concreto, la
información sobre un detalle, al punto de convertirlo en la descripción de una
totalidad. Por ejemplo: «Juan y Pedro son abogados. En esa familia todos lo
son»; «Es la segunda vez que me dices una mentira: eres una persona falsa»;
«Sentí el pinchazo de la vacuna. En ese lugar siempre provocan dolor».
La
ignorancia se expande como una epidemia entre quienes acostumbran
«generalizar», pues suponen que los pocos conocimientos que poseen, son todos
los conocimientos que pueden tener.
(Este es el
Artículo Nº 1.653)
●●●
No hay comentarios:
Publicar un comentario