martes, 5 de abril de 2011

«Desear es poder»

La pobreza provoca en algunas personas el intenso deseo de terminar con ella. Este deseo es una fuerza que convierte en poderoso al más débil. Cuando la pobreza es satisfactoria, la reacción deseante no se produce.

La «Ley del más fuerte» no está legislada por nadie en particular sino por todos.

Cuando las circunstancias nos obligan a competir con una o más personas, evaluamos cuánta fuerza poseen para prever nuestras posibilidades.

Aunque suena ilógico, la fuerza física no lo es todo. Alguien de gran tamaño y musculatura, puede estar desanimado y ser más débil que otro más pequeño pero muy motivado, más agresivo y combativo.

Un refrán dice brevemente: «Querer es poder».

Una de las interpretaciones posibles es nefasta, capaz de hacer estragos en la economía de cualquiera.

Me refiero a quienes suponen que alcanza con soñar un objetivo con la suficiente nitidez, convicción, intensidad y fe, para que mágicamente surjan de la nada apoyos que nos den la anhelada satisfacción.

Rezar, pedir, hacer promesas, cumplir con todos los ritos religiosos, tener una actitud sumisa, respetuosa, temerosa y hasta adulona con algún personaje supuestamente dotado de poderes sobrenaturales (Dios, santos, vírgenes), serían los recursos con los que cuenta quien interpreta que todos esos actos pasivos son mágicamente capaces de algún logro concreto.

En esta interpretación, «Querer ... » significa soñar, aspirar en abstracto, tener esperanza, confiar, delegar en una fuerza imaginaria.

Sin embargo, si por «Querer ...» entendemos desear, la situación puede cambiar.

Para estos efectos, defino desear como una

— insoportable percepción de carencia,
— dolorosa sensación de vacío,
— irritante percepción de pobreza injustificable, indignante, cuya solución no admite la menor demora.

Entonces redacto el refrán de esta manera:

— «Desear desesperadamente, es poder»;
— «No poder postergar la satisfacción del deseo, es poder»;
— «La pobreza repudiable, es poder».

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