La prohibición del incesto nos frustra y para aliviarnos
inventamos el mito de que la descendencia entre parientes sería monstruosa.
Dentro de la extensa lista de disparates que
tomamos como verdades confirmadas, está aquella según la cual la prohibición
del incesto existe porque los hijos seguramente serán defectuosos, deformes,
enfermos, tarados, en suma: la descendencia gestada con familiares genera hijos
monstruosos.
Como mencioné en otro artículo (1), una
leyenda urbana es una historia creíble pero horripilante, que nos muestra cuán
amenazados estamos.
Por lo tanto, si usted desea tener o ya tuvo
hijos con un familiar, podrá constatar que esa no es la razón por la que el
incesto está prohibido.
¿Cuál es la razón de este mito? ¿Para qué
sirve esta creencia? ¿Qué ganamos aceptándola como verdadera?
La prohibición del incesto es un problema para
todos y cada uno de nosotros.
El deseo de casarnos con mamá para tener hijos
con ella es universal. Varones y nenas desearían hacerlo.
Las nenas se enfrentan a un segundo problema:
además de la contrariedad que significa para ellas ver frustrada una buena
fantasía, no pueden tener hijos con mamá porque en nuestra cultura está mal
vista la homosexualidad.
El sexo más útil (2), el que soporta el 90% de
la carga biológica necesaria para la conservación de la especie, comienza su
vida erótica con dos problemas en lugar de uno (como los varones).
Las niñas, no solamente quieren tener hijos
incestuosos sino que además desean tenerlos con otra mujer.
Los varones, felizmente tan afortunados, solo
nos veremos frustrados en que no podremos tener hijos con una determinada mujer
(mamá).
El mito de la monstruosidad de la descendencia
incestuosa es útil para que la dolorosa frustración por no poder tener hijos
con mamá, parezca justificada por un objetivo superior: no tener hijos
enfermos.
(Este es el
Artículo Nº 1.551)
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