La relación heterosexual clásica es satisfactoria por el
placer orgánico actual potenciado por las fantasías inconscientes.
Todos tenemos nuestras creencias (religiosas,
científica, artísticas) pues necesitamos saber la verdad aunque en realidad
esta no existe.
Ya desde muy pequeños, el hambre y la dudosa
atención materna nos marcaron con la incertidumbre que los adultos expresamos
diciendo: «¿Me dará de
comer o me dejará morir de hambre?»
Aquel
indefenso pequeñito tuvo en realidad dos motivos de angustia: el hambre y la
incertidumbre.
Acosados
por estos problemas vitales, llegamos a la adultez con similares motivos de
angustia pero ahora con la posibilidad de inventar respuestas, que no son otra
cosa que creencias, hipótesis, fantasías, elevadas al rango de «verdades» para
aliviar la incertidumbre adulta, que ahora expresamos diciendo: «¿Sufriré
(dolor, enfermedad, ruina, abandono)?».
Por lo
tanto, la vida incluye una sensación de angustia existencial acompañada por
invenciones que la alivian y que llamamos «verdades».
El
psicoanálisis fabrica hipótesis que para algunos son verdades «calmantes».
Le doy un
ejemplo sencillo y cotidiano.
Una
relación heterosexual clásica consiste en que la mujer le practica la fellatio
al compañero, ambos aumentan la excitación, él la penetra, eyacula dentro de la
vagina y luego se duerme dejándola a ella con ganas de ser abrazada.
¿Qué ocurrió «realmente» (según el
psicoanálisis)?
Puesto que la mujer siempre ama a la madre,
practica la fellatio («mamada») con la «fantasía inconsciente» de que nuevamente está lactando de su mamá.
Cuando su compañero la penetra, ella se excita con la «fantasía inconsciente» de que es la
madre fálica quien la desea sexualmente. Cuando el compañero eyacula, ella
desearía ser abrazada porque así disfrutaría de la fantasía completa: la madre
le da la leche (semen) y luego la abraza para que se duerma.
Nota: una «fantasía inconsciente» es absolutamente ignorada, no-consciente, conscientemente
inaceptable.
(Este es el
Artículo Nº 1.560)
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