He creado un blog con los artículos que refieren a la hipótesis según la cual, el dolor y su alivio, son instrumentos de la naturaleza para obligarnos a realizar acciones necesarias para que el fenómeno vida, se conserve durante el mayor tiempo posible.
Una vez aceptada esta hipótesis de trabajo, quedamos autorizados para decir que los seres vivos dotados de Sistema Nervioso Central, son consumidores de dolor.
Esta forma de expresar algo que siempre ocurrió, puede ser interesante para percibir asuntos que desde otro punto de vista, no se comprenden o simplemente no se ven.
Efectivamente, es posible decir que los seres humanos consumimos dolor así como también consumimos otros excitantes para mejorar placenteramente nuestra vida (café, té, anfetaminas).
Nuestra anatomía sufre un progresivo desgaste a medida que aumenta nuestra edad y por eso es posible suponer que para conservar el nivel de bienestar que teníamos cuando éramos jóvenes, tenemos que aumentar las dosis estimulantes.
Dicho de otro modo: Nuestro cuerpo joven reacciona satisfactoriamente con un pequeño dolor, con poco café, con pocas anfetaminas, pero el envejecimiento hace que necesitemos subir las dosis de dolor, café, anfetaminas.
Los estimulantes que tomamos por nuestra cuenta, quizá estén bajo nuestro control, pero los que impone automáticamente la naturaleza, no lo están.
Creemos que las dolencias de los ancianos son producto del desgaste natural del cuerpo, pero también podemos pensar que eso es así, no sólo por el desgaste, sino también porque, en millones de años de evolución, el cuerpo regula la cantidad de dolor necesario para que el fenómeno vida no se interrumpa.
Los adultos mayores, no solamente sienten molestias corporales muy variadas y casi constantes, sino que disminuyen las dosis de placer, aumenta el apego a la vida, y así, el fenómeno vida dura el mayor tiempo posible.
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