viernes, 1 de octubre de 2010

La homosexualidad y la infidelidad

La institución matrimonial está decayendo en importancia a medida que aumenta la tolerancia hacia las expresiones homosexuales de los ciudadanos.

Sin embargo, las parejas homosexuales desean casarse simplemente para reforzar una legitimación social que aún cuenta con muchos opositores.

Denominamos genéricamente «homofóbicos» a quienes padecen una incontrolable intolerancia hacia la homosexualidad.

Los homofóbicos opinan que la homosexualidad es una enfermedad o una degeneración, que debe ser reprimida o curada, sin descartar el uso de los procedimientos o tratamientos más cruentos.

Según estas definiciones, estaríamos diciendo que algunas personas padecen una enfermedad que consiste en diagnosticar como enfermos a otros ciudadanos.

Ahora les cuento algo que puede ocurrir en nuestro inconsciente:

1º) Como todos somos bisexuales, pero la cultura nos obliga a optar por desear al sexo opuesto, todos padecemos algún grado de frustración sexual.

2º) Cuando esa frustración es muy intensa, tenemos que aliviar el dolor con algún síntoma o mecanismo de defensa psicológico.

3º) Por ejemplo, la llamada formación reactiva consiste en hacer exactamente lo contrario a lo que deseamos. Si tenemos deseos homosexuales, pues nos volvemos homofóbicos (para disimular ese deseo que la cultura nos reprime).

Si nos embanderamos con una cruzada en contra de los gays y lesbianas, nos veremos a nosotros mismos como heterosexuales puros.

4º) El matrimonio heterosexual incluye la fidelidad como una rasgo principal.

5º) Cuando él dice «mi mujer» o ella dice «mi marido», inconscientemente incluyen la sensación de que el cuerpo del otro les pertenece.

6º) Si ella es penetrada por otro hombre, el hombre siente que fue él el penetrado y eso lo pone furioso porque ella lo expuso a la vergüenza de exhibir su deseo homosexual.

6ºa) Si él penetra a otra mujer, la esposa se pone furiosa porque fue obligada a exhibir su deseo homosexual.

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