domingo, 7 de julio de 2013

Trabajar justifica pecar



 
Algunas personas entienden que si trabajan porque Adán y Eva pecaron, sería lógico cometer pecados propios para justificar el castigo.

En el Diccionario de la Real Academia Española se dice que, entre otras definiciones de la palabra «trabajo», deben incluirse:

8. m. Dificultad, impedimento o perjuicio.
9. m. Penalidad, molestia, tormento o suceso infeliz.

Excepto cuando nuestro cuerpo se encuentra sin energía, porque está cansado, enfermo o envejecido, el trabajo no tiene estas connotaciones dolorosas. Por el contrario, suele ser divertido y se lo extraña cuando no lo tenemos (fines de semana, feriados, jubilación, vacaciones, desocupación, huelga).

Sin embargo, las culturas que han sido influidas por los dichos del Antiguo Testamento de la Biblia, tienen motivos para estar sugestionados al punto de considerar que el cansancio por exceso de trabajo o el aburrimiento por exceso de rutina, son en realidad una condena que, según la leyenda del Génesis, Dios le impuso al ser humano porque, a instancia de una víbora, se nos ocurrió comer una fruta que había sido prohibida por el mismo que nos castigó.

Analizando la ignominiosa desproporción entre la falta y el castigo hay quienes dicen que Dios se convertía en víbora para descansar y que fue Él mismo quien, para probar la obediencia de los humanos, los tentó al pecado.

Quienes dan crédito a esta leyenda bíblica pueden verse particularmente agobiados por el trabajo pues, en vez de entenderlo como algo divertido que puede llegar a cansarnos y aburrirnos, lo consideran un castigo injusto porque, como es lógico, nadie se solidariza con la supuesta transgresión de Adán y Eva.

Por estos motivos es razonable pensar que unas cuantas personas entiendan que si están pagando una culpa que no tuvieron ahora pueden cometer transgresiones, faltas o pecados que por lo menos las hagan merecedoras del castigo laboral.

 
(Este es el Artículo Nº 1.917)

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