sábado, 4 de mayo de 2013

Insólito: el dolor de algunos alivia el dolor de otros




Cuando alguien sufre un dolor causado por otra persona, la víctima siente alivio constatando el dolor de su victimario. ¡Insólito!

En nuestra cultura nos parece bien que si alguien nos provoca un perjuicio, tanto podemos recibir una indemnización equivalente a ese perjuicio, como podemos considerarnos compensados si el causante de nuestro perjuicio tiene una pérdida similar.

Por ejemplo, una persona decide estropearnos el frente de nuestra vivienda, es descubierto, detenido, acusado y condenado a pagar los daños ocasionados hasta que el frente de la vivienda recupere el aspecto que tenía antes de su acto vandálico, pero si no contara con los recursos económicos suficientes para afrontar ese gasto, entonces podría condenársele a perder la libertad durante un cierto tiempo.

La sociedad en la que vivimos nos impone que aceptemos algunas de esas indemnizaciones y por lo tanto estamos obligados a conformarnos con ellas.

Si el vándalo es solvente y puede afrontar la reparación de lo que deterioró, parecería lógico que nos demos por suficientemente atendidos, pero lo extraño es que causarle un daño similar al que hemos recibido pueda aliviar nuestra pérdida.

De hecho estamos hablando de la Ley del Talión: «ojo por ojo y diente por diente».

¿Qué razonamiento tengo que hacer para entender que mi perjuicio se repara con el perjuicio de otro? Me parece que lo único que puedo pensar es que el causante y yo somos prácticamente la misma persona.  

Si lo pudiéramos expresar en términos matemáticos podría pensarse que si el daño que recibí tiene un signo de más, constatar que el causante tuvo un daño similar para mí opera como si fuera el mismo daño pero con signo negativo.

En otras palabras, si alguien me causa un perjuicio que me duele, yo siento un alivio total si constato que el causante sufre igual. ¡Insólito!

(Este es el Artículo Nº 1.862)

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