Los ladrones hacen un trabajo similar al que hace la minería
para extraer los recursos «guardados» en rocas y
océanos.
Una pregunta que correspondería formularnos
sería ¿por qué tenemos que extraer ciertos materiales que están atrapados en la
roca, o a grandes profundidades en la tierra y hasta en el océano?
A eso llegamos movidos por la angustia.
Esta respuesta tan lacónica, posee sin embargo
algo de verdad (como cualquier otra respuesta).
Fue suficiente que en algún momento a alguien
se le ocurriera que los diamantes son necesarios, que el oro aumenta nuestra
calidad de vida o que el petróleo es imprescindible, como para que, quienes
estaban angustiados por algún dolor, algún miedo imaginario o alguna carencia
mortificante, salieran dispuestos a todo con tal de conseguir esos materiales, «estén donde estén», «cuesten lo que
cuesten», «sea como sea».
A partir de
esta decisión desesperada, los humanos comenzamos a perforar el planeta, sin
reparar en la resistencia que este interpusiera defensivamente.
La
violencia con que los afligidos seres humanos atacamos a la resistencia
terráquea, no demoró en hacerla volar por los aires a la vez que glorificamos
al humano que inventó la dinamita depredadora (Alfred Nobel – [1833 - 1896]).
Nuestro
espíritu, atormentado por las necesidades y deseos, reales o imaginarios,
literalmente explota las riquezas naturales, y todos estamos muy felices de que
así sea.
Los
seres humanos no solo vivimos en la naturaleza sino que también formamos parte
de ella, junto con los demás animales, vegetales y minerales.
El
atesoramiento que algunos seres humanos (ricos) hacen del dinero, se parece a
las riquezas encerradas en la roca o en el fondo de los océanos.
Hasta
cierto punto, la violencia con la que los ladrones roban esos bienes, se parece
a un trabajo de minería. Los ladrones «explotan»
a los ricos.
Nota: Los artículos especializados en
la delincuencia están reunidos en el Blog Psicoanálisis y
delincuencia.
(Este es el
Artículo Nº 1.587)
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