El amor que inspira celos es imaginario. Celamos a alguien que representa a nuestra madre y que parece tan imprescindible como lo fue ella.
Quizá todos los seres vivos somos, en mayor o menor medida, gregarios, sociales, amigables.
Los humanos somos tan débiles que si no nos juntamos las posibilidades de perecer aumentan.
«Los celos son un sentimiento» … me llama la atención porque varias cosas son una sola. Utilizamos la palabra «celo» en plural para terminar diciendo que son «un sentimiento».
Pero esto es algo que ahora no me interesa tanto como lo que sigue.
El principal ingrediente de los celos es el miedo al abandono. Lo que sentimos por la otra persona se convierte en un insumo vital, sin el cual podríamos morir.
Todo hace pensar que cuando nos vinculamos muy especialmente con alguien, lo que estamos haciendo es repetir (reeditar) aquel primer amor que sentimos por nuestra madre, sin la cual realmente habríamos muerto.
Desde este punto de vista el amor es un simple error. Si el temor a perder la compañía de nuestro ser más querido surge porque imaginamos que es aquel primer amor (mamá), nada de este sentimiento y de este vínculo tiene mucho sentido.
Sin embargo el dolor es real, los celos mortifican, pueden arruinarle la vida a quien los padece. Alegar que se trata de un error, de una imaginación, de una equivocación, no alivia ni resuelve nada.
Quizá sería más efectivo aceptar que la percepción de realidad que tiene nuestra psiquis es precaria, defectuosa, poco confiable.
Si aceptáramos esto, es coherente:
— no creernos dueños de alguna verdad,
— suponer que si los demás parecen equivocados, quizá no merezcan una condena muy severa, y
— aliviar el dolor de nuestros celos recordando que nuestro ser amado es sólo un/a representante de mamá.
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