sábado, 26 de febrero de 2011

Alguien robó mi gripe

Los seres humanos sanos, buscamos al placer y el dolor, indistintamente.

Nuestro funcionamiento mental depende tanto del acierto como del error.

En este caso no me refiero a los lapsus que pueden interpretarse como escapes del deseo inconsciente.

Para quienes no lo recuerdan, el lapsus es un error involuntario al hablar, al escribir, al actuar.

Puesto que:

— nuestras acciones están determinadas por los instintos, los deseos inconscientes, la casualidad, el azar, la genética, las costumbres, los prejuicios;

— y que el libre albedrío no pasa de ser una creencia más,

es posible deducir que los errores forman parte imprescindible de nuestro funcionamiento mental.

Prejuiciosamente

— consideramos que una conducta es acertada cuando nos conduce al placer, y

— consideramos que una conducta es errada cuando nos conduce al dolor.

Les propongo pensar que no es cierto que evitemos el dolor y que si pensamos que lo evitamos es porque nuestro instinto de conservación nos obliga a ser lógicos y coherentes.

Me explico mejor:

Hemos aprendido que el dolor nos anuncia un peligro para nuestra integridad física y hasta para nuestra sobrevivencia.

Por lo tanto, todos desarrollamos el reflejo condicionado (automatismo) de apartarnos de los estímulos dolorosos y nos manifestamos abiertamente en contra de ellos.

Sin embargo, es posible pensar que esto no es así en verdad, sino que por el contrario, poseemos la incoherencia de huir de algunos agentes agresores y acercarnos a otros agentes agresores.

Huimos

— del fuego que pueda quemarnos,
— de los alimentos tóxicos,
— de los fenómenos naturales devastadores,

pero nos aproximamos disimuladamente

— a pérdidas económicas,
— a vínculos muy perturbadores,
— a enfermedades,
— nos exponemos a ciertos accidentes,
— elegimos gobernantes corruptos,
— adherimos a un equipo deportivo porque generalmente fracasa,
— etc.

Es normal buscarnos problemas y soluciones, dolor y placer, peleas y reconciliaciones, pérdidas y ganancias.

Vivir es precisamente esto.

Nota: La imagen muestra un Encierro de San Fermín

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