sábado, 7 de junio de 2014

El dolor de nuestros hijos



 
Un adulto temeroso y aprensivo es tóxico para casi todo el mundo, especialmente para los más pequeños. La buena noticia es que la resiliencia también permite superar las malas consecuencias de tener padres que no están en condiciones de serlo.

Una definición de resiliencia, es: En psicología, capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas como la muerte de un ser querido, un accidente, etc.

Es sabido por todos que los seres vivos contamos con algún tipo de defensa contra los agresores o accidentes más frecuentes. Si estos mecanismos nos protegen de las dificultades más frecuentes, estamos esterándonos de que tenemos una ventaja probabilística pues nuestro riesgo mayor se concentra justamente en lo que es menos probable que nos ocurra.

Como nuestra psiquis está preparada para exagerar los peligros y para minimizar las protecciones, la percepción subjetiva es la inversa a la real: creemos que corremos muchos peligros con amenazas muy probables.

En suma: tenemos mejores defensas contra lo que probablemente nos ocurra y tenemos peores defensas contra lo que es muy probable que nunca nos ocurra. ¡Mejor imposible! Esta situación nos hace amar a la Naturaleza como a una gran amiga, madre, protectora.

Por lo tanto, cuando tenemos a nuestro cargo el cuidado de un niño, no deberíamos perder de vista esta situación. Si no lo tenemos en cuenta caemos en la tristemente célebre neurosis. Con esta enfermedad distorsionamos casi todo: lo que percibimos, lo que evaluamos, lo que prevemos.

Aunque el video hace hincapié en otro núcleo temático, en este artículo les redondeo la idea diciendo: la neurosis es contagiosa porque los niños aprenden de sus adultos. Si estos evalúan mal los riesgos de existir, el niño se criará desconfiando de todo, pensando que la quietud mortífera es la única solución para no fallecer prematuramente.

Más aun: los adultos alarmistas tienen baja tolerancia a la frustración y consideran que casi todo lo que hace un pequeño está mal, lo reprenden en exceso, lo acosan (bullying), lo desestabiliza emocionalmente.

Un adulto temeroso y aprensivo es tóxico para casi todo el mundo, especialmente para los más pequeños. La buena noticia es que la resiliencia también permite superar las malas consecuencias de tener padres que no están en condiciones de serlo.

(Este es el Artículo Nº 2.220)

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