lunes, 3 de marzo de 2014

Joe, el taxista

Joe era un hombre de piel oscura que hablaba poco.

Mucho tiempo después que dejé de verlo, supe por Vanessa que él era taxista y músico.

Pasaba gran parte de la noche manejando y tocando el saxo en un night-club frecuentado por marineros.

Joe tenía una existencia casi animal hasta que conoció a un hombre al que invitó a cenar. El comensal agachó la cabeza y devoró lo que le sirvió. Después buscó con la mirada una cama, se acostó en ella, acomodó el antebrazo debajo de la cabeza y se durmió.

Se despertaron al medio día, Joe salió a tomar una ducha y cuando volvió encontró al visitante en la misma posición pero sin ropa y con olor a jabón. Las sábanas parecían recién compradas.

Joe se le acercó, le acarició la pierna derecha a contrapelo y al tocarle los genitales observó cómo estos reaccionaron. Le practicó una fellatio muy breve porque, sin saberlo, esa era una tercera destreza, además de conducir sin accidentes y de tocar el saxo sin partitura.

El invitado siempre estaba postrado, mirando el techo y con perfume de jabón. Le practicaba sexo anal con repentina energía. A pesar de sentir un intenso dolor inicial, Joe imaginaba hermosas melodías.

Nunca se hablaban; no solo porque ambos eran muy lacónicos sino porque poseían idiomas diferentes. Aunque tenían el mismo sexo anatómico, concebían la realidad con lenguajes distintos.

Un día, el visitante se fue. Cuando Joe volvió, el amante ya no estaba. El cerebro atormentado buscó alivio componiendo la melodía que quizá usted ya conoce (1). Vanessa, la muchacha que mantenía la higiene de aquella gente, inventó una letra en francés bastante incoherente.

A los pocos días que Joe también se fue del edificio, Vanessa me contó esta historia. Por pura curiosidad le pedí que me dejara entrar a la habitación. Me tiré en la cama del visitante, puse el antebrazo como almohada y comencé a mirar el techo.

Las manchas de humedad parecían comunes, pero luego me provocaron ideas, asociaciones, recuerdos, interrogantes, angustia, miedo, deseos sexuales, alegría ...

Según cuentan, algo parecido le ocurrió a Rorschach cuando inventó el test proyectivo más famoso y que, merecidamente, lleva su nombre (2).

(1) Video en el que Vanessa Paradis interpreta Joe le taxi. 

(2) Artículo en Wikipedia sobre el Test de Rorschach

(Este es el Artículo Nº 2.142)


No hay comentarios: