Podemos destinar nuestros
recursos a luchar para provocar cambios sociales estructurales..., pero sin
dejar de ser «buenos padres de familia».
— Es cierto que los poderosos
quieren debilitarnos para que no lleguemos a ser sus competidores.
— Es cierto que los ricos
tratan de conservar su riqueza, aún a costa de que los pobres padezcan
dolorosas escaseces que los ricos podrían evitar sin por eso resentir su
bienestar.
— Es cierto que los sistemas
educativos de todos los países están diseñados para conservar las diferencias
entre las clases sociales, inclusive cuando los gobernantes susurren, digan o
griten, que ellos sólo aspiran a un mundo mejor, a crear seres humanos felices,
a que «los más perjudicados sean los más privilegiados».
Todo eso supuestamente es así. Estoy dispuesto a admitirlo, pero sin
dejar de mencionar algunas salvedades obligatorias.
Quienes hemos asumido la responsabilidad de ser buenos «padres de
familia», sin importar nuestro sexo anatómico, los varones o mujeres que
tenemos a cargo cuidar a nuestros seres queridos cuando no pueden ganarse la
vida por sí solos (niños, ancianos, enfermos, laboralmente desocupados),
podemos tener en cuenta que existen injusticias (abuso de los poderosos,
explotación, mal reparto de la riqueza), pero eso no puede justificar que
dejemos de ser «buenos padres de familia».
Quienes justifican su desgano son funcionales a todo lo que
supuestamente está mal.
En otras palabras: las injusticias mencionadas más arriba son parte de
nuestro hábitat, son naturales, no son tipificadas como delitos, aunque
moralmente sean condenables, son características del escenario donde tenemos
que actuar, es la realidad que nos tocó.
Son dificultades comparables con los obstáculos que nos impone la
naturaleza, tales como lluvias, nieve, sismos.
Quizá podemos destinar parte de nuestro tiempo, energía y otros recursos
a luchar para provocar cambios sociales estructurales..., pero sin dejar de ser
«buenos padres de familia».
●●●
No hay comentarios:
Publicar un comentario