El «sentido común» cree que denunciando la infelicidad de los pobres
y la felicidad de los ricos, terminará la injusticia distributiva.
Si alguien dijera que ser rico es más doloroso
que ser pobre, alguna luz roja destellaría en nuestro sentido común.
El «sentido común» es la doctrina según
la cual:
— Las circunstancias de vida son como las
hemos visto siempre;
— La filosofía vulgar es la única verdadera;
— La verdad está en lo obvio.
Por su parte el D.R.A.E., para no quedarse
atrás, tiene su propia definición de «sentido común» (1), expresando que es el «Modo de pensar y proceder tal como lo haría la
generalidad de las personas».
Cualquiera sea la definición de «sentido común», me inclinaría a pensar
que es el punto de vista que conserva las circunstancias tales como están, sin
cuestionarse cómo podrían estar mejor (ni siquiera cuando se las critica
ferozmente), y mucho menos animarse a proponer otros puntos de vista que se
apartaran de lo que siempre se opinó sobre cada asunto.
Por lo expuesto, reafirmo lo que decía más arriba: estaría virtualmente
prohibido por el «sentido común» sugerir que ser rico es más doloroso que ser
pobre. Estaría prohibido porque la doctrina del «sentido común» afirma todo lo
contrario: los ricos son felices y los pobres son infelices.
La población biempensante (la más fiel al «sentido común»), ¿podría
suponer acaso que con este diagnóstico de felicidad e infelicidad está
consolidando la injusta distribución de la riqueza? No, por supuesto que no.
La población biempensante, esclava del «sentido común»:
— está convencida de que denunciar la infelicidad de los pobres es hacer
todo lo posible para aliviar esa penosa condición, y también
— está convencida de que denunciando la felicidad de los ricos, esto
será suficiente para que se avergüencen y devuelvan lo que tienen de más.
(Este es el
Artículo Nº 1.670)
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