martes, 2 de octubre de 2012

El juego del presidiario que intenta fugarse



   
Es posible creer que cuando un delincuente es encarcelado, competirán los intentos de fuga con los intentos de evitarlas.

Pensemos en un deporte que atrae poderosamente la atención de unas pocas personas, que se conocen entre sí, se aprecian, se respetan, forman casi una familia.

Cada tanto surge un campeonato que eleva el interés de los hinchas y de los jugadores.

El juego es tan especial que no solo incluye destreza corporal, sino también inteligencia, poder de observación, habilidad para hacer amigos nuevos, negociar, sobornar.

Los jugadores de este deporte tienen que estar dotados de mucho ingenio, habilidad manual, capacidad actoral, memoria casi fotográfica, resistencia a la fatiga, al dolor.

Las particularidades del juego demandan fortaleza, nervios de acero, creatividad para resolver problemas conocidos y desconocidos, siempre con soluciones tan originales, que los oponentes en el campeonato puedan darse cuenta tarde de cuáles fueron las estrategias utilizadas para vencerlos.

Este preámbulo intenta mostrar una comparación con algo que paso a explicarles inmediatamente.

Es probable que algunos reclusos delincan porque lo que más disfrutan es la competencia contra la institución carcelaria a la que fueron destinados.

Cuando menciono el «campeonato» me refiero a una lucha entre el interés de la Institución por retenerlo y la intención del preso por fugarse: esa es la competencia.

Los hinchas son el resto de los delincuentes que esperan el triunfo del «colega», más una cantidad de personas desconocidas (ciudadanos comunes) que, clandestinamente, se alegran cuando se enteran de que un recluso logra escaparse.

Los medios de prensa también participan como en cualquier otro campeonato, solo que informan cuando este comienza (cuando el delincuente es apresado y condenado) y luego, al final, informan cuando el «campeonato» es ganado por el recluso (informan sobre la fuga).

La ilógica psicoanalítica está dispuesta a creer que esto realmente ocurre.

(Este es el Artículo Nº 1.688)

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