Tenemos que apartarnos de quienes
nos provocan envidia y solo agruparnos con quienes no nos provocan envidia.
El
ardor que «siento» si mi piel se acerca al fuego, es un «sentimiento» (1ª acepción del R.A.E.).
Sentimiento
(1)
1. m. Acción y efecto de sentir o sentirse.
2. m. Estado afectivo del ánimo
producido por causas que lo impresionan vivamente.
3. m. Estado del ánimo afligido por un
suceso triste o doloroso.
Puedo
decir entonces que un «sentimiento» es algo que nos protege, es un «sensor», un
indicador, una alarma. Si no sintiéramos ardor, podríamos perder cualquier
parte del cuerpo abrasada por el fuego.
Ahora
echémosle un vistazo a otro sentimiento:
Envidia
(2)
(Del lat. invidĭa).
1. f. Tristeza o pesar del bien ajeno.
2. f. Emulación, deseo de algo que no
se posee.
Aunque
los redactores del R.A.E. lo han omitido, podemos estar de acuerdo en que la envidia
es un sentimiento de tristeza o pesar provocado por el bien ajeno, es decir: La
envidia es el dolor que sentimos cuando constatamos que otros están bien,
especialmente mejor que nosotros porque tienen algo que deseamos
infructuosamente.
Es
posible afirmar también que no envidiamos la posesión o la situación ventajosa
en la que está nuestro envidiado sino que envidiamos su alegría, bienestar,
conformidad. En otras palabras: No envidiamos objetos, vínculos, situaciones,
posiciones, ubicaciones sino sentimientos (3); queremos estar tan bien como
nuestro vecino. Envidiamos estados de ánimo.
Y
para terminar, combino ambas ideas expuestas para proponer que la naturaleza
nos ha dotado de estos «sensores», indicadores, alarmas protectoras de lo que
nos haría mal.
Si
retiramos nuestra mano del fuego también tenemos que apartarnos de quienes nos
provocan envidia y solo agruparnos con quienes no nos provocan envidia.
(Este es el
Artículo Nº 1.591)
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