El miedo y la esperanza son vivencias actuales de hechos concretos que quizá (Quizá, QUIZÁ) ocurran en el futuro.
Sé por experiencia propia que mientras estamos vivos tenemos muchos sentimientos.
De cuando estamos muertos carezco de información pero algunas personas tejen historias muy minuciosas sobre la vida después de la muerte, aunque aclaran que sus conclusiones son actos de fe, es decir, ocurrencias, antojos, suposiciones placenteras.
Uno de los sentimientos más penosos es el miedo.
La Real Academia Española dice que miedo es la «Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario» y que también es el «Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.»
Como vemos el famoso miedo siempre es un sentimiento que está presente cuando lo temible no ocurrió porque se ubica en el futuro.
El derecho (estudio de las leyes) dice que amenaza es el «Delito consistente en intimidar a alguien con el anuncio de la provocación de un mal grave para él o su familia.»
Observemos que en el presente tenemos sentimientos dolorosos por asuntos que eventualmente (riesgo) se presentarán en el futuro (recelo, aprensión, amenaza).
Podemos decir que el miedo y la esperanza integran nuestro menú afectivo del futuro. Padecemos y disfrutamos con anticipación según sintamos miedo o esperanza respectivamente.
Dicho en otras palabras, algo en nuestra cabeza nos hace padecer o disfrutar de hechos que aún no ocurrieron, por lo tanto, esto nos permite decir que en tales circunstancias vivimos fuera del presente, fuera de la época, fuera del tiempo.
Estaremos de acuerdo en que nada puede ocurrirnos si no es ahora, en el presente.
Cada uno de nosotros sabe cuántos sentimientos fuera de tiempo tiene.
Por estos motivos, el miedo y la esperanza parecen ser sentimientos engañosos o contraproducentes.
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