Nuestro patrimonio está determinado por cuánto podemos poseer sin perder las ganas de vivir, es decir, sin perder necesidades y deseos estimulantes.
Pueden surgir nuevas ocurrencias (hipótesis) si una idea conocida la formulamos (redactamos) de un modo diferente al clásico.
La nueva redacción de una idea antigua dice lo siguiente:
Todos somos igualmente ricos o pobres si para determinarlo nos fijamos en el nivel de saciedad y no en el valor patrimonial expresado en dólares.
Parto de la base de que Descartes estaba equivocado y que no existe un cuerpo y un espíritu, sino tan solo un cuerpo que produce manifestaciones tangibles e intangibles respectivamente.
En el supuesto materialista de que somos un organismo biológico que funciona de una determinada manera (fisiología), es posible afirmar que la necesidad o el deseo son manifestaciones dolorosas imprescindibles para que el fenómeno vida ocurra el mayor tiempo posible (1).
Por lo tanto todos necesitamos padecer las molestias provocadas por las carencias (necesidades o deseos).
Nos diferenciamos en que ese dolor es distinto para todos y en que la tolerancia al dolor también es diferente.
Lo único importante es conservar al individuo y a la especie (2), o sea que lo único importante es conservar la vida y como esta depende de que sintamos las molestias de la carencia (necesidad o deseo), todos tenemos la carencia que necesitamos.
Si lo imprescindible es tener una carencia mínima que nos excite el fenómeno vida, algunos conservan la carencia con un patrimonio de U$S 1:000.000 pero otros la conservan con un patrimonio de U$S 100.-
En caso de exceder esos topes patrimoniales el sujeto pierde a mediano plazo el interés por vivir (necesidad o deseo), se deprime, deja de producir y si no disminuye su patrimonio hasta el máximo necesario, algo le ocurre (enfermedad, accidente, suicidio) que lo mata.
(1) Los pensamientos narcóticos
(2) Sobre la indolencia universal
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