La verdadera situación en Cuba es imposible de entender si no aceptamos que los humanos consumimos «malestar» en ciertas dosis.
No se sabe a ciencia cierta cuál es el origen del nombre del la República de Cuba ni tampoco se tienen datos sobre qué utilidad podría tener saberlo.
Lo que en definitiva parece bastante creíble es que si alguien quiere informarse sobre este país, no podrá saber casi nada.
Usted quizá piense que la dificultad está causada porque el régimen de los hermanos Castro (Fidel y Raúl), líderes del Partido Comunista gobernante, no permite la libertad de prensa. Falso.
No se puede saber casi nada de Cuba porque el sistema de vida impuesto por el gobierno desde hace más de 50 años (estoy redactando este artículo en 2012) es muy controversial, discutible, apasionante.
Claro que aquellos que huyen de la pasión rápidamente la apagarán con abundante agua fría diciendo que «la isla se ha convertido en un Paraíso» o «se ha convertido en un Infierno».
Otra forma de extinguir la polémica es afirmar que los hermanos Castro son dictadores de la peor calaña o futuros santos si el Vaticano no se deja presionar por el capitalismo judío.
En pocas palabras quiero decir que si bien la libertad de prensa no existe bajo este longevo gobierno, el desconocimiento de lo que realmente ocurre no es accesible ni para los nativos adultos.
Un motivo que puede estar haciendo obstáculo para conocer un poco mejor a este pueblo y sus peripecias está brevemente expuesto en otro artículo (1).
En ese artículo comento que los humanos precisamos el dolor, la carencia, el malestar, en ciertas dosis.
Con esta hipótesis nos acercarnos a comprender que vivir en la pobreza colectiva (no individual y solitaria), quizá sea gratificante, estimulante, deseable.
(1) Necesitamos dolor y alimentos
(Este es el Artículo Nº 180)
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