La cantidad de dinero que buscamos y obtenemos está determinada por los requerimientos orgánicos de cada uno.
Tengo mis dudas de que algún día lleguemos a saber cómo funcionamos los seres vivos.
Por ahora tenemos unas cuantas ideas que sólo resultan sorprendentes si las ponemos al lado de la ignorancia total, pero que se convierten en unas pocas nociones si las ponemos al lado de todo lo que nos falta conocer de nuestra especie y su vinculación con el medio ambiente.
Pondré un solo ejemplo que es el que me tiene muy conmovido porque esta mañana me avisaron que falleció el hijo menor de un compañero de trabajo.
Este joven de 19 años participaba en una carrera de autos («picada») con otros amigos que se reúnen en una avenida de esta ciudad.
No sé realmente por qué estos jóvenes se arriesgan hasta el punto de que, cada tanto, alguno de ellos muere aplastado por los hierros de su automóvil.
Tengo una hipótesis que comparto con ustedes.
Estos muchachos necesitan dosis extra de adrenalina. Sus cuerpos reclaman excitación fuerte. Si no la tienen, se deprimen, se enferman. Esta adrenalina la obtienen corriendo riesgos con su auto precisamente porque cada tanto uno de ellos muere o queda cuadripléjico.
El desenlace trágico es el verdadero activador de estas prácticas que entristecen a todos quienes nos enteramos.
Una hipótesis bastante confiable, que intenta corregir la falta de conocimientos mencionada al principio, es que cada uno de nosotros funciona con insumos genéricos (comida, abrigo, amor) más otros especiales de cada uno (riesgo, dolor físico, conflictos sociales).
Según esta hipótesis, la disponibilidad de dinero también es un insumo especial de cada uno. Algunos necesitan la abundancia, otros la moderación, otros la escasez.
Para no enfermar, tarde o temprano conseguimos lo que el cuerpo nos exige.
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