martes, 5 de abril de 2011

La rentabilidad de las prohibiciones

El antiguo testamento ya daba consejos sobre rentabilidad, aunque utilizando una alegoría apta para los lectores de aquella época.

Cuando oímos la palabra «fruta» recordamos el alimento que nos proveen ciertas plantas y árboles.

Otro significado, similar pero más abarcativo, nos sugiere la ganancia, el logro, el resultado: «El fruto de nuestro esfuerzo».

Sabemos que el prefijo dis- significa negación, carencia, ausencia (disnea [dificultad para respirar], dislexia [dificultad para hablar], discordia [desentendimiento]).

Dejemos estos tres párrafos momentáneamente a un costado y vayamos a la leyenda de Adán y Eva.

Esta historia bíblica (y otros textos muy antiguos), intenta enseñar normas de conducta a pueblos muy primitivos, creyentes en seres míticos (Dios), capaces de terribles castigos a los desobedientes.

En este contexto Dios acordó con Adán y Eva que podían aprovechar todo lo que había en el frondoso y abundante paraíso, siempre y cuando no comieran la fruta prohibida (manzana).

Nuestros abuelos (Adán y Eva), actuaron como lo harían algunos que conocemos: Si la orden es «coman lo que quieran, menos esto», la curiosidad nos llevará a olvidarnos que tenemos todo un paraíso para disfrutar e intentaremos hacer exactamente lo que menos nos conviene, eso es, comer de la fruta prohibida.

La consecuencia ya todos la conocemos: Dios se puso furioso y nos echó del paraíso, agregando el parto con dolor y tener que transpirar para conseguir comida, como si la expulsión de la abundancia no hubiera sido poco.

En suma: Si juntamos ambas ideas planteadas, podemos concluir que para dis-frutar es precisos privarse (dis-) de lo prohibido (fruta).

Por ejemplo, tenemos que dejar que mamá se quede con papá cortando el cordón umbilical, buscar otra mujer, formar una familia y olvidarnos de las relaciones incestuosas.

Para dis-frutar es preciso abandonar, renunciar, gastar, invertir. Asumir la castración, diría un psicoanalista (1).

(1) Control y descontrol: un precario equilibrio

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