viernes, 21 de mayo de 2010

El desprecio por amor

Aprendemos a amar con nuestra madre. Ella nos satisface las primeras necesidades y la complacencia que nos proporciona se convertirá en amor.

Luego amaremos a quienes nos provean algunas de las infinitas necesidades y deseos propios de nuestra existencia (cónyuge, hijos, amigos, etc.).

Primero conocemos a nuestra madre de una manera irracional, quizá por el olor, la voz, el tacto, luego, nos enteraremos cuál es su nombre, qué preferencias tiene, cómo reacciona ante los estímulos.

Debo precisar que en realidad tenemos dos madres:

— una es la real, la de carne y hueso, ese ser humano que nos cuidó y nos inspiró un sentimiento muy fuerte (amor); y

— otra madre que es la imaginaria, la ideal, la que nosotros suponemos que es, con atributos que desearíamos que poseyera: que nos amara incondicionalmente, que nos prefiriera, que nos comprendiera, que nos tolerara, que nos aceptara tal cual somos y no tal como deberíamos ser.

Varias veces he mencionado que nuestra percepción se logra por contraste (1): vemos una figura blanca sobre una negra; una construcción fuerte al lado de una débil; una persona amable junto a una antipática.

Procuramos placer buscando estos contrastes para realzar los estímulos agradables. Por ejemplo:

— Nos complace que existan delincuentes para sentirnos honestos;

— Nos complace que existan locos para sentirnos cuerdos (2);

— Nos condolemos hipócritamente de la desgracia ajena para sentirnos a salvo.

Es mucho menos obvio el placer que sentimos al realzar el amor por nuestra madre contrastándolo con un inconsciente desprecio hacia el dinero.

Favorece este desprecio, una comparación bastante irracional: si bien ambos son dignos de amor porque nos satisfacen (necesidades y deseos), ella es conocida y puede llegar a amarnos con exclusividad como pretendemos, mientras que el dinero es anónimo y cambia de manos con total indiferencia (desapego, desamor) por nosotros.


(1) Felizmente existen los feos
Mejor no hablemos de dinero
La indiferencia es mortífera
«Obama y yo somos diferentes»
«Soy fanático de la pobreza»
El diseño de los billetes
Amargo con bastante azúcar

(2) No están todos los que son

●●●

No hay comentarios: